El día 13 de diciembre fue la
fecha cuando un buen número de personas cerramos un ciclo de estudios, fue
nuestro acto de grado en la universidad Simón Bolívar, universidad de la cual
es vicerrector y tuvo el honor de dar un discurso en este sentido. ¿Qué hizo
usted? Sencillo, se aprovechó de la solemnidad
de un acto donde todos quieren que salga perfecto o en el que nadie es capaz de
ser un elemento perturbador por respeto a los familiares, amigos y sobre todo
la muchachada que estaba recibiendo su título de pregrado en distintas
especialidades. Ese momento, que usted debe saber que es muy especial para cada
uno de esos muchachos y sus familias, nadie, excepto usted, fue capaz si quiera
de pensar en mancharlo. Quizás por eso, por los graduandos de pregrado y sus
familiares y no por mí, ni muchísimo menos por ninguna de las autoridades en
usted representadas, dejé de responderle inmediatamente pero lo que hizo es sin
lugar a dudas un atropello cobarde, de esos que usted mismo criticó en sus
palabras y achacó al gobierno.
Más allá de la insolencia misma e
inadmisible de sus palabras, es impresionante el fondo de su discurso. Usted
habló del “efecto Daka” y fue capaz de justificar que especularan de la forma
que lo hacían. Su mensaje al público cuando le preguntó que para qué critican
si ninguno de los presentes vendería un dólar barato por más que lo hubiese
obtenido fue: ¡que bolas tienen ustedes en alegrarse cuando le ponen un parado
al crimen de especulación como si estando en la misma posición no lo harían! Es
evidente con sus palabras que usted SÍ lo haría pero es increíblemente
alarmante que alguien con ese espíritu pro especulación, pro ladronismo sea
quién tenga el cargo de vicerrector administrativo de la universidad. Podría
preguntarme, ¿usted infla los presupuestos y facturas de la universidad para
ganar algo con esas transacciones? Espero que no pero si lo hace es coherente
con su mensaje, con lo que dice, con lo que cree.
Por cierto, yo no especularía como
lo hizo Daka y no solo yo sino muchos venezolanos y venezolanas honestos que
vivimos y creemos en nuestra patria. No tengo duda que somos muchos más los
honestos trabajadores que los especuladores a los que usted defiende y justifica
con especial pasión y descaro y que su ensombrecida ideología generaliza como
un todo.
Respete vicerrector, respete, que
si algo falta en este país es eso, respeto. No es posible que crea poder bajar
los niveles de intolerancia que usted menciona en su discurso si usted mismo no
cree en eso. No sea hipócrita, eso también es parte del respeto que hace falta.
Vivimos en un país maravilloso, y no porque el
socialismo ofrezca el paraíso a la vuelta de la esquina como irónicamente dijo
en sus palabras, sino por su gente. Siga apostando al odio disfrazado que
alimenta con sus palabras y seguirá fracasando gracias a que el amor en nuestra
hermosísima República Bolivariana de Venezuela ha demostrado y seguirá
demostrando que es invencible.
Aunque no estuve presente en tu acto de grado, por tu escrito Infiero él tipo de discurso del aludido, excelente respuesta sobrino! Digna de un Venezolano de a pie a quién ofende a la gran mayoría honesta de este país,té felicito y continua escribiendo así, sugiero envíes ese artículo a otros medios como aporrea para darle mayor difusión, creo como tu , no debemos callar ante la insolencia y falta de respeto de quiénes pretenden salirle al paso a sus frustraciones y menos en eventos de suprema solemnidad como un acto de grado.Felicidades sobrino! Me enorgullezco de ti!
ResponderEliminarSi, es verdad, Gabo querido ¡Excelente tu respuesta ante tamaña insolencia, gracias a Ile pude escuchar parte del decadente discurso del vicerrector,que cómo bien dices,aprovechándose del momento...y de su investidura , no pido contener el veneno que lleva por dentro. Así es sobrino, no se quede callado ante las injusticias, llegó la hora de alzar nuestras voces para defender nuestra Patria Querida! Felicitaciones y éxitos mi Gabo. Martha Osorio G.
ResponderEliminarAcé el texto completo del discurso http://tiny.cc/Discurso12121313. Saludos cordiales, William Colmenares
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